Una princesa sin corona y sin castillo.
Un príncipe de cualquier color menos azul.
Un reino de cemento y gente corriendo.
Entre los edificios ambos se miraron, se hablaron, se conocieron. No había pócimas mágicas, pero sus palabras lograron envolverla y hacerla suspirar.
Un beso que rompiera el hechizo y un vivieron felices para siempre, al menos éso quería ella.
Pero era sólo ella ... bueno, deben saber cómo sigue la historia.
Y colorín colorado, este cuento aún no a acabado.
¿O sí?