Mi mente no inventará más feos comentarios, sólo existirán halagos -aunque sean pequeños- de mí para mí, y la gente con sus palabras pasarán a segundo plano de una vez por todas.
Las ganas de llorar cada cinco minutos se irán, y podré cambiar el ser tan mala por el ser buena, realmente buena.
Qué agradable debe ser vivir sin un nudo en el corazón, en el estómago y en la garganta ...