Muchos reproches se me vinieron a la mente: No vales la pena, deja de ser así, para de complicar al mundo. Vi las lágrimas asomarse, y entonces, ocurrió.
Sonreí.
Sé que tengo una millonada de defectos ¿Y qué? tú también los tienes. Hice todo lo que estuvo a mi alcance, ahora me voy con la consciencia tranquila y un poco de melancolía, a quererme tal cual soy y seguir sonriendo.
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